Si el perdón se pierde
sal a buscarlo,
que no se esconda en los huecos
del desamor y el desamparo.
Si el rencor asoma
guárdalo rápido,
que te sirve para poco
y a tu corazón hace daño,
endureciéndolo
por no estar calmo.
Si el recuerdo no te acuna
y te canta hasta que duermas,
cambia a recuerdos tranquilos
y que merezcan la pena,
que lo malos te hacen vieja
y los buenos si te alegran.
Si al cerrar tus ojos no ves su cara,
su sonrisa eterna
o sus manos en las tuyas anudadas,
abre los ojos de nuevo
y mira en tu alma,
que momentos no acertados
los tenemos a patadas,
que si tiramos una piedra
a nosotros
nos deberían enterrar
canteras llenas de las más feas.
Si recuerdas,
que sea para alegrarte
y no para hundirte,
que sea para escapar con la mente
del cuerpo en el que te encuentras,
no para atarte con cuerdas
al dolor de no tener lo que esperas.
Si la queja de no tenerlo
o de no tener sus disculpas te ciega,
descansa y arroja el tiempo
en el que no te sentiste bella,
porque la más hermosa del baile
eras para él,
con toda certeza,
tan bella eras
que murió acompañándote
aunque no estuviera cerca.