De sabido,
disfrutaría lo bueno
y dejaría el cuidado
en manos del patrio suelo,
dejando que el lado tierno
asomara sobre el freno.
De sabido,
hubiera dado lo que sí tengo,
en vez de dejar la vida
por dar lo que no poseo,
por educar como supe
o por cuidar de un techo
que se perdió con el tiempo.
De sabido,
no hubiera hecho el esfuerzo
ni hubiera peleado
con lo propio y con lo ajeno,
ni hubiera limpiado prados
que cardos me devolvieron.
De haber sabido,
me hubiera ido al destierro
y hubiera sido la ausente
que se recuerda con amor,
nostalgia y con respeto.