en que tú me hablaras
sujetando el nervio
que te castigaba
y te quita mucho
de vivir en paz
y de tener calma.
Cuando no me escuchabas,
supe que a tu lado
no quedaba nada,
que debía esperar
a que tú sanaras
porque hablando contigo
nada se ganaba,
tan solo perderte
entre tu ignorancia.
No culpo a tu culpa,
no te culpo nada,
ya se que entenderme
es tarea ardua,
porque no me mueve
la ignorancia de alma
y a través de mentiras
no encuentro el reposo,
en el que mi ser nada.