Escondidos en el fondo del garaje
el asiento de atrás yace fundido
de los azotes de glúteos que nos oye
y los jadeos de animales que ha sentido.
Y se empañan de vaho los cristales
del calor ardiente que ha fundido,
a tu sexo entre mis manos
y mi sexo en tu boca relamido,
dejando sin ojos a quien pasa
por hacer que no ve lo que ya ha visto.
Acaricias mis pezones azorados
duros como diamantes vivos
que se pasan por tu boca
y entre tus dientes
para darte el sabor de sus latidos.
Y abres la puerta embrutecido
como león enjaulado
o tigre de hambre ungido,
me sacas de la mano entusiasmado
de imaginarme sobre tu coche y sin sentido,
animal totalmente enloquecido
que buscas saciar tu alma enferma
de sentir con alguien lo jamás vivido.
el asiento de atrás yace fundido
de los azotes de glúteos que nos oye
y los jadeos de animales que ha sentido.
Y se empañan de vaho los cristales
del calor ardiente que ha fundido,
a tu sexo entre mis manos
y mi sexo en tu boca relamido,
dejando sin ojos a quien pasa
por hacer que no ve lo que ya ha visto.
Acaricias mis pezones azorados
duros como diamantes vivos
que se pasan por tu boca
y entre tus dientes
para darte el sabor de sus latidos.
Y abres la puerta embrutecido
como león enjaulado
o tigre de hambre ungido,
me sacas de la mano entusiasmado
de imaginarme sobre tu coche y sin sentido,
animal totalmente enloquecido
que buscas saciar tu alma enferma
de sentir con alguien lo jamás vivido.
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