Si me ves que he caído,no me juzgues en mi destino,
ni conjetures por qué
estoy en un pozo metido,
que de listos está el mundo lleno
y eso es de sobra sabido.
Si me ves que estoy dentro,
no me des champan
si estoy sediento,
dame tan solo agua
y ayúdame en mis intentos,
que salir no me es fácil
y estoy perdiendo el aliento.
Si me ves en el pozo metido,
baja y quédate conmigo,
si eres de los que has estado
y conoces el camino,
tranquilízame mi trance
y salgamos por donde,
queriendo o sin querer,
me he metido,
ofréceme bastón blanco
para guiar mi camino.
Cuenta un viejo relato que en una ocasión un hombre cayó en un pozo y no podía salir.
Muchas personas de diversos sectores de la sociedad pasaron por allí.
Algunas emitían juicios:
"algunos deberían cuidar más por donde van"
"que habrá hecho para estar ahí"
"como iría para caer"
"eso le ha pasado porque no mira por donde camina"...
y seguían su camino.
Otras aportaban soluciones:
"¿unas pastillas para el dolor?"
"¿hacemos un reportaje para denunciar la situación?"
"¿habrá que darle agua?"...
y seguían su camino.
Finalmente pasó por allí un hombre que al verlo, decidió bajar al pozo.
El otro hombre se sorprendió y le dijo:
"¿pero qué haces tú aquí?"
"¿por qué no has ido a buscar ayuda?"
Y muy tranquilo el hombre respondió.
"No te preocupes, yo estuve aquí antes que tú y sé cómo se sale".