Me echaron de casa
por confundirme de sexo,
me tiraron piedras
los de clase en el colegio,
me marginaron la infancia
y pusieron hiel en el recuerdo.
Yo era distinto
a mi amigo Pedro,
le veía a él un niño
y a mí me veía niña
con mi largo pelo
y me gustaba mirarme
para darme rimel negro,
hasta que un día me vieron
y entre tortas y sopapos
me hicieron caer al suelo
mientras mi madre decía
que ya me dejaran quieto.
Lloraba a las noches en silencio
porque me vía un monstruo
por sentir lo que siento,
tuvieron que pasar años
hasta que me vi de nuevo
como un ser con brillo blanco
aunque lleve traje morado
o pantalones de cuero negro.
Ahora me siento amado
como un hombre verdadero
por otro hombre al que amo
y quiero seguir queriendo,
por eso no importan las piedras
ni las zancadillas ni el miedo
que quedaron en el pasado
como si fueran un mal sueño.
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