Ingrata la vida
cuando desprecias
lo que te dan los perdones
en tu historia plena,
ingratas las quejas
que ves en tu alma
porque si miras dentro
todo tiene más paz y calma.
Ingratos los besos
que no estás dando,
al creer que tu mundo
es el único válido,
existen más realidades
que solo la tuya,
no juzgues a nadie
por vivir su locura.
Ingrato el momento
que te traes a cuestas,
viendo el mundo
con gafas opuestas,
que la ingratitud
no es buena compañera,
ni la más idónea
ni la más certera.
Momento ingrato
en el que no entiendes
que dártelo todo
no es lo que conviene,
así que si tratas
con tanto desprecio
no esperes alabanzas
ni tampoco premios,
que aunque mi alma te quiera
marchará corriendo.
Artículo sobre la ingratitud filial
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