es la impotencia del miedo,
la frustración o el desprecio,
la ignorancia echa versión
o un abortivo amor
enmascarado en un te quiero.
Expresarse agrediendo
es animal, obsceno,
cobardía del amor escaso
y fuerte desprecio,
así de simple
y así de cierto.
Enfrente el amor,
tranquilo y sereno
ante la fiereza del desasosiego
y del veneno en los labios
derramado por el ego.
Criticar agrediendo
es virulencia encendida
que impregna el ánimo,
y arrastra en su corriente
a quien no está calmo,
al que esconde entre las cenizas
las huellas de su pecado.
Conversar agrediendo,
juzgando y dando por hecho
lo que no es cierto,
no es diálogo, ni amor,
ni tan siquiera aprecio,
es querer aplastar al de enfrente
tranquilo y sereno
ante la fiereza del desasosiego
y del veneno en los labios
derramado por el ego.
Criticar agrediendo
es virulencia encendida
que impregna el ánimo,
y arrastra en su corriente
a quien no está calmo,
al que esconde entre las cenizas
las huellas de su pecado.
Conversar agrediendo,
juzgando y dando por hecho
lo que no es cierto,
no es diálogo, ni amor,
ni tan siquiera aprecio,
es querer aplastar al de enfrente
así de simple
y así de cierto.
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