entre las hierbas,
dejando que su mundo
entre ellas se pierda,
haciendo bonito
lo que era nada,
inventando cobijos
para las hadas.
Mezclando plantas,
plantando flores,
coloreando el viento
sembrando amores,
reciclando lo inservible
mezclándolo con piedras,
su mundo de duendes y hadas
entre manzanos recrea.
Va pasando primaveras
engendrando sueños
que estaban dormidos
por ser ingenuos,
un mundo ficticio
donde encontrarse
con el ser infantil
que de ella nace,
porque pasado el momento
de criar polluelos,
concibe la vida
como los niños los juegos,
en los que no se ven futuros
ni pasados negros.
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