surcando los mares
gastando el dinero
por todos los bares,
sonriendo al viento
con sus prietas carnes,
porque fue vasco marinero
como aquellos de antes.
Y alzó muchas copas
comió marisco,
se escapó de los suyos
perdiéndose en Vigo,
viviendo su vida
se bebió a sí mismo
y ahora sin los dientes
llega a su destino,
entrando en dolores
que nunca ha vivido
final de su suerte
y de su camino.
Su hermana pequeña
salió a buscarle,
encontrándose al hombre
que escondió su parte,
esa que le gustaba
y para él era un arte,
porque por una mujer
llevó su vida al traste.
Hace muchos años
y como dijo el Fito,
encontró una sirena
para dar cobijo,
y él por dar todo,
le dio hasta un hijo
y acogió a los suyos,
como era recibo.
Ahora en su lecho
le cuida su nena,
a la que él ha cuidado
cuando era más tierna,
le llama padrino
porque eso ha sido
y si no es por ella,
acaba solo, enfermo
y tirado en un suelo frío.
Con puños cerrados
postrado en la cama,
demuestra la fuerza
que tuvo su alma,
porque a mala leche
nadie le ganaba,
pero el generoso
también desbordaba
que él con lo suyo hace
y también deshace
como quiere y le da la gana.
Se le va la vida
y su hermana al lado,
que llora por pena
de verle acabado,
sabiendo que al menos
ha hecho lo que pudo
y lo que estuvo en sus manos,
porque a un alma libre,
sólo le atan las muñequeras
del hospital blanco.