Y mientras todo se mueve
en el mismo sentido,
dos almas se evaporan
del bullicio y del gentío,
quedándose en la noche solos,
con la bruma de testigo.
Y los cristales se empañan,
para escuchar los latidos
de un abrazo desde el alma,
del calor de un gran cariño,
que nace desde los cuerpos,
que desnudan las palabras
y convierten en recuerdos,
esa noche y su mirada.
Y alumbrando como un foco,
un te quiero y su inocencia,
llena de belleza esa noche,
de calidad sus caricias,
de bienestar los abrazos
y de verdad a las sonrisas,
que desprenden de sus ojos.
Y dándole la espalda al mundo,
sus manos revolotean,
acariciando el momento,
viviendo de otra manera,
que al resto resulta extraño,
pero a ellos placentera.
Y los burros les saludan,
las gaviotas les cortejan,
las vacas les acompañan
con su música de orquesta
y un sapo besa una rana
y esta se tambalea,
bonita noche de locos
para no seguir estelas,
para dar la espalda
al mundo que les rodea.
Y gira el mundo, gira.
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