jueves, 25 de noviembre de 2010

Encuéntralo tan solo.

Por mi camino fui yendo,
 
con mis brazos bailando 
al compás de mis tiempos, 
y mis pasos cantando
ligeros y entregados 
a un andar sereno y confiado. 

Y a mi derecha una senda, 
que descubre mi viveza
y la curiosidad me lleva
a adentrarme en ella.

Penetrando plena, 
la alegría es mi guía
y el poder del descubrir 
quien me atraía. 

Se vuelve divertido 
adentrarme en el camino 
que convertido en montaña,
ya no es lo que había sido 
y como ocurre en la vida,
te invita a seguir destino.
 
Entre rocas voy subiendo
apoyando pies y manos en el suelo,  
voy trepando 
para escalar en esfuerzo, 
queriendo alcanzar un pico nuevo,
porque en empeño continuo
toda la vida llevo.

Llego a una cueva escarpada
y me detengo,
que es preciosa en su belleza
y dejar de mirar no puedo,
mientras imagino
qué me espera en sus adentros.

Allí está serena,
con su túnica blanca
de luz vestida, 
con su claridad
desbordada 
que apacigua y da vida,
allí de pies y alta está ella, 
extendiendo los brazos
para cogerla. 

Su blancura me llega, 
luz que no ciega, 
hacia mí mira ella, 
alargando su mano 
algo me acerca, 
dándome una pequeña 
y sencilla piedra 
que en mi bolsillo entra, 
me dice que mi inquietud 
es fácil y de sencilla respuesta:

"Está en todos lados. 
Lo que buscas está en todo, 
encuéntralo tan solo". 

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