Se sienta a la mesa
un nuevo perverso y,
mientras baraja la suerte
el señor de los escarnios
mira a su tierno plebeyo,
con ojos llenos de ansia
y codicia por dentro
el señor de los escarnios
mira a su tierno plebeyo,
con ojos llenos de ansia
y codicia por dentro
por tener un nuevo sabueso.
Al otro lado de la mesa
juega el agradecimiento,
con las manos claras
y sin ases en el cuello,
con sus ropas remangadas
para vérsele por dentro,
indicando que se trata
de auténtico caballero.
Y comienza la partida,
tan dispar en este juego,
ya que aún lado va el engaño
y en el otro el verdadero,
algo que no se explica
pero que es el juego eterno.
El bien vence al lo malo,
lo malo vence a lo bueno,
lo bueno vence a lo injusto
y lo injusto al justiciero,
todos se han sentado a la mesa
para ganar el torneo,
en el cual a veces ganan,
unas veces los malos
y otras los buenos.
Al otro lado de la mesa
juega el agradecimiento,
con las manos claras
y sin ases en el cuello,
con sus ropas remangadas
para vérsele por dentro,
indicando que se trata
de auténtico caballero.
Y comienza la partida,
tan dispar en este juego,
ya que aún lado va el engaño
y en el otro el verdadero,
algo que no se explica
pero que es el juego eterno.
El bien vence al lo malo,
lo malo vence a lo bueno,
lo bueno vence a lo injusto
y lo injusto al justiciero,
todos se han sentado a la mesa
para ganar el torneo,
en el cual a veces ganan,
unas veces los malos
y otras los buenos.