Tocan mi puerta,
tal vez es el carcelero
que viene para llevarme
con su capa al cementerio,
a ese que va quien no muere
aunque esté muerta por dentro.
Me ofrece migajas
para comprarme mis sueños
y así una vez los tenga
ponerme la soga al cuello
para que no diga palabras,
para que calle mi alma
y salga a luz mi ciego,
ese que por mucho sol que haya
se tropieza y cae al suelo
restregándose perdido
entre otros ciegos muertos.
Ten cuidado y no abras
a ese loco carcelero
porque te tienta y no para
hasta que ha salido lleno
de tu ser y tus verdades
y te deja con reflejos,
para que creas que te hace
un favor y no un degüello.
Ten cuidado y no le abras
a este fiero carcelero
porque tira al mar las llaves
y no las trae de regreso.
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