muy dentro el duelo,
tan dentro
que duelen las entrañas
por no poder resolverlo;
sí, está dentro,
como un agujero negro
en el universo.
Profundo,
muy profundo el miedo,
tan profundo
que duele el alma
por perderlo;
sí, está profundo,
como úlcera sangrante
en un frágil cuerpo.
Doliendo,
doliendo cruelmente veo
como cae un trozo
de mi esencia
al desahucio necio,
a la nada baldía,
en el desidioso tedio,
sobre una cama vacía
de amor propio,
de vida
y de sueños.
Privada de parte, le veo,
abúlico e indiferente,
y recogido por el viento
que le arrastra a la deriva
fondeándolo en el cieno
que le dice que es su casa
cuando su lugar está
en el olimpo de los griegos,
lo más alto entre lo alto,
el hogar de los dioses eternos.