No he sabido
llamar por su nombre
a lo que he vivido,
llamar por su nombre
a lo que he vivido,
debí reconocerlo
como maltrato
y no consentirlo.
No he sabido.
denunciar a la persona
que arruinó mi destino
gastando lo que hacía falta
para sujetar el nido,
impidiendo que mi alma
estuviera en su sitio
y cometiera errores
del estrés emocional impío.
No he sabido.
No he sabido
discernir las bromas y amenazas
como maltrato dañino
que imponía con su maza
el miedo a perder un hijo,
no lo he visto
y no he sabido.
No he sabido,
por ignorancia nata
que en la adultez
me ha sorprendido,
a través de otra vida
coloqué mi recorrido,
hasta entonces de ignorancia
hacia un mal que está descrito
y que yo he descubierto
con retraso desde el inicio.
Al fin he sabido
poner nombre y apellidos
a lo injusto y lo dañino
a la violencia sexista
que a aceptar había aprendido,
algo tarde, pero he sabido.
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