te revelas a verte
como un vulgar,
inadecuado
y torpe escudero,
porque en tu espejo mágico
quieres ver reflejado
tu galante caballero,
pero quitada la armadura,
quedas como yo en cueros,
asomando las arrugas
de un patriarcal pensamiento,
en el que nos educaron
y asentaron los cimientos.
Te duelo
cuando te digo
que tengo mis tiempos,
mi inquietudes o planes
y a veces no estás en ellos,
y tu duelo se convierte
en mi asedio,
disfrazado de apatía,
desilusión por lo que tengo bello,
con la insensibilidad brotando
por los poros de tu cuerpo,
matando con su espada
eso que tenemos bueno.
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