Manos que sanan
los roces del tiempo,
canas que brillan
poco a poco
susurrando al silencio,
dejando posado
su blanco aroma de invierno,
que con fuerza va prendiendo
en mis adentros.
que reverdecen encuentros,
tranquilizan mi sueño
y acunan la niña
traviesa que llevo.
Tuyo es el viento
con el que me soplas
llenando mi aliento,
despejando sombras,
deshaciendo miedos.
Y me siento libre
estando a tu lado,
sin palabras necias
que llenen mi llanto.
Gracias compañero,
mi amante inquieto,
por amar mis tinieblas
y querer mis deseos,
por completar mi vida
en esta etapa sin freno.
Señor en calle
y en mis recovecos,
distinguido talante
y fiel caballero…
te veo...
sin dudarlo te veo,
te siento
y aunque no te guste oírlo,
también te quiero.
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