con dolor por el engaño
de un puñal clavado
en lo hondo del llanto,
ahí donde muere el encanto,
donde el amor se retuerce
entre estertores de daño
y el entendimiento adolece
de cordura, paz o plazos,
engáñame si quieres y puedes,
porque yo,
en mi profunda imbecilidad,
ya te he engañado.
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