es quien murmura al oído
palabras de desaliento,
voces de lo malo
pisando a lo bueno,
voces que la mente a veces,
tan sólo a veces,
calla o enardece.
Y dónde el mundo es amigo,
aliado del amor,
se mascullan miedos,
despertando a los sueños
amantes de abrazos y besos
para convertirlos en recelos,
que inundan por dentro.
Cuando en el tiempo
bisbisean las carencias
se cierra el cielo,
rasgándose la cordura
y convirtiendo en dolor
lo que era bello,
pasan escupiendo veneno,
en cada palabra,
llenando el pecho,
disfrazando a la duda
en barragana objeto de deseo.
En ese farfullar atropellado,
se ciega y enmudece el habla,
se apaga el fuego,
rompiéndose el corazón
llega el quejido,
llagando a la vida
y partiendo el alma
con los lamentos.
Susurros- enero 2010