con mis brazos bailando
al compás de mis tiempos,
y mis pasos cantando
ligeros y entregados
a un andar sereno y confiado.
Y a mi derecha una senda,
que descubre mi viveza
y la curiosidad me lleva
a adentrarme en ella.
Penetrando plena,
la alegría es mi guía
y el poder del descubrir
quien me atraía.
Se vuelve divertido
adentrarme en el camino
que convertido en montaña,
ya no es lo que había sido
y como ocurre en la vida,
te invita a seguir destino.
Entre rocas voy subiendo
apoyando pies y manos en el suelo,
voy trepando
para escalar en esfuerzo,
queriendo alcanzar un pico nuevo,
porque en empeño continuo
toda la vida llevo.
Llego a una cueva escarpada
y me detengo,
que es preciosa en su belleza
y dejar de mirar no puedo,
mientras imagino
qué me espera en sus adentros.
Allí está serena,
con su túnica blanca
de luz vestida,
con su claridad
desbordada
que apacigua y da vida,
allí de pies y alta está ella,
extendiendo los brazos
para cogerla.
Su blancura me llega,
luz que no ciega,
y hacia mí mira ella,
alargando su mano
algo me acerca,
dándome una pequeña
y sencilla piedra
que en mi bolsillo entra,
me dice que mi inquietud
es fácil y de sencilla respuesta:
"Está en todos lados.
Lo que buscas está en todo,
encuéntralo tan solo".