todo nace para al final morir,
porque así es la vida
y así es vivir,
porque lo importante
no es nacer o morir,
es la huella que dejamos,
en los que se quedan aquí,
son los pasos dados
y su sentido,
no el fin.
Se acorta nuestro tiempo,
se va escapando,
se va, viniendo,
y se va notando,
no sé lo que al final
dejaremos en claro,
solo sé que un tic, tac del tiempo
nos va marcando
y que si quiero hacer algo,
tendré que hacerlo ahora
y no entrar en un letargo.
Como la vida misma, todo nace para al final morir. Lo realmente importante no es nacer ni morir, es la huella que dejamos de nuestro paso.
Se acorta nuestro tiempo, se va escapando, tic, tac.
Se llega poco a poco al final del juego sin final.
Tengo suerte en mi vida, elijo vivir la suerte. ¡siento a los ángeles!
Pasó hace pocos años un ángel de amor por mi vida y supe verlo, reconocerlo, disfrutarlo y vivirlo. Se sorprendió siendo un ángel (no lo sabía), se sorprendió viéndome de hada (¡no sabía que existíamos! ¡tampoco yo era muy consciente de que lo era hasta que se cruzó en mi vida!).
Al final eligió dejar de ser ángel, se desprendió de sus alas conmigo para convertirse en hombre y ya nunca más le podrán crecer.
Me faltó poco para desprenderme de mis alas de hada y convertirme en mujer (ya no me quería como hada), pero le dejé ser hombre y elegí seguir siendo hada (curándome las heridas por intentar arrancarme las alas, ¡no podía! Las de los ángeles no duelen se caen solas (eso creo), las de las hadas duelen, ¡no se caen!).
Le doy las gracias por todo, ¡gracias ángel de amor, allí donde estés! también por haber podido ver, a través de lo aprendido con él, que siempre seré una hada.
Acaba de pasar un ángel de la guarda por mi vida y he sabido verlo, reconocerlo, disfrutarlo y vivirlo. Te reconociste siendo ángel (tú si sabías que lo eras) y te sorprendiste viéndome hada (si sabías de nosotras, tienes imágenes nuestras, aunque nunca habías tratado con ninguna).
Te desprenderás de tus alas conmigo para convertirte en hombre y ya nunca más te podrán crecer. Esta vez no me planteo dejar de ser hada.
Te doy las gracias por todo, por todo lo cuidada que me tienes, todo lo que aprendo contigo, tu paciencia conmigo, por sentirme protegida, querida, mimada y amada. También por haber visto a través de ti una faceta mía descartada por mi mente pero inherente a mi ser. Te quiero.
Gracias por dejarme un patio donde jugar, gracias por darme cuerda con la que jugar, gracias por ser mi compañero de juego. Gracias de corazón. Te quiero.
Podréis ser ángeles en vuestra vida de hombres y lo seréis en parte (nadie puede dar lo que no es y yo he vivido de vosotros lo que sois, me lo habéis dado, sois ángeles también), aunque sin vuestras alas, ya no las necesitáis.
Siempre seré su amor, al igual que siempre seré tu protegida, por eso toca a su fin el juego que no tiene fin.
Como bien me dices, "eternamente mi ángel de la guarda".
Ya no seréis nunca más ángeles para nadie más que para mí, seréis hombres con actitud de ángel en momentos. ¡No necesitáis ser otra cosa y es perfecto!
La misión de ángel solo la podéis cumplir conmigo y tú ya casi la tienes cumplida.
Esta noche...¡sí!... esta noche también soñaré contigo.
Se acorta nuestro tiempo, se va escapando, tic, tac.
Se llega poco a poco al final del juego sin final.
Tengo suerte en mi vida, elijo vivir la suerte. ¡siento a los ángeles!
Pasó hace pocos años un ángel de amor por mi vida y supe verlo, reconocerlo, disfrutarlo y vivirlo. Se sorprendió siendo un ángel (no lo sabía), se sorprendió viéndome de hada (¡no sabía que existíamos! ¡tampoco yo era muy consciente de que lo era hasta que se cruzó en mi vida!).
Al final eligió dejar de ser ángel, se desprendió de sus alas conmigo para convertirse en hombre y ya nunca más le podrán crecer.
Me faltó poco para desprenderme de mis alas de hada y convertirme en mujer (ya no me quería como hada), pero le dejé ser hombre y elegí seguir siendo hada (curándome las heridas por intentar arrancarme las alas, ¡no podía! Las de los ángeles no duelen se caen solas (eso creo), las de las hadas duelen, ¡no se caen!).
Le doy las gracias por todo, ¡gracias ángel de amor, allí donde estés! también por haber podido ver, a través de lo aprendido con él, que siempre seré una hada.
Acaba de pasar un ángel de la guarda por mi vida y he sabido verlo, reconocerlo, disfrutarlo y vivirlo. Te reconociste siendo ángel (tú si sabías que lo eras) y te sorprendiste viéndome hada (si sabías de nosotras, tienes imágenes nuestras, aunque nunca habías tratado con ninguna).
Te desprenderás de tus alas conmigo para convertirte en hombre y ya nunca más te podrán crecer. Esta vez no me planteo dejar de ser hada.
Te doy las gracias por todo, por todo lo cuidada que me tienes, todo lo que aprendo contigo, tu paciencia conmigo, por sentirme protegida, querida, mimada y amada. También por haber visto a través de ti una faceta mía descartada por mi mente pero inherente a mi ser. Te quiero.
Gracias por dejarme un patio donde jugar, gracias por darme cuerda con la que jugar, gracias por ser mi compañero de juego. Gracias de corazón. Te quiero.
Podréis ser ángeles en vuestra vida de hombres y lo seréis en parte (nadie puede dar lo que no es y yo he vivido de vosotros lo que sois, me lo habéis dado, sois ángeles también), aunque sin vuestras alas, ya no las necesitáis.
Siempre seré su amor, al igual que siempre seré tu protegida, por eso toca a su fin el juego que no tiene fin.
Como bien me dices, "eternamente mi ángel de la guarda".
Ya no seréis nunca más ángeles para nadie más que para mí, seréis hombres con actitud de ángel en momentos. ¡No necesitáis ser otra cosa y es perfecto!
La misión de ángel solo la podéis cumplir conmigo y tú ya casi la tienes cumplida.
Esta noche...¡sí!... esta noche también soñaré contigo.
que asco
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