por tus cantos de sirena,
por el sonido de tu cuerpo
que me llamaba,
me perdí en ti,
me perdí en ti,
en tu isla que desbordaba
sin querer evitarlo.
Me prometiste placeres
que darían respuesta
a mis profundos deseos,
me prometiste el mar
y alcanzar el cielo.
Me dejé llevar
y así me encuentro
con mi barco estrellado
contra tu océano,
con mi vida marcada
por tu silencio.
Dulce cobardía- mayo 2009
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