Cogiendo aún con pinzas mi vida,
mi sitio,
continúas probando
a ver si respiro,
dejando marcada la huella
para que quede visible
tu incoherencia y tu desvío,
meando fuera de tiesto
como viniste haciendo
tiempo atrás en mi destino.
Bofetada emocional
y al de nada,
un guiño,
sin dejar marca en la piel
para ocultar qué haces
y con que hilos has tejido,
la telaraña donde atrapaste
la alegría y mi cordura
al compartir el camino.
Si, sin duda,
es mejor quitarme afectos
de la gente que he querido,
para que no te contradiga
en la versión que has vendido,
sin duda, ahí has andado vivo.
Erguido confundes serenidad
con el control o dominio,
y altivo escupes en mi calma,
con un desprecio lascivo,
para después darme un abrazo
con admiración incluido
y con un falso cariño,
fuera de lugar
tras bloquear mis latidos
y someterme a tu juicio,
que lo quieres ver digno
y se repite en libros
retratado como círculo.
Sé que voy a curarme
del cianuro que he bebido,
de la inyección de cicuta
recetada sin pedirlo,
de los días infernales
con los de cielos fundidos,
de la tristeza profunda
en la que está mi recuerdo,
mi pasado reciente,
mis días de paz
y otros en los que pido auxilio.
Aceptando que aún me queda
sanar de lo que he vivido,
sabiendo que estoy acertada
al elegir mi camino,
me quedo arropada,
por mí,
que me doy cariño,
que acaricio mi alma
y me doy cobijo.